Así como nuestro cuerpo se defiende de las bacterias, también se «defiende» de la comida chatarra

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Así como nuestro cuerpo se defiende de las bacterias, también se «defiende» de la comida chatarra

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Un estudio sugiere que nuestro sistema inmune responde a una dieta de comida rápida de la misma manera que lo hace con una infección bacteriana.

Al parecer, esto se debe a que la comida chatarra, como hamburguesas y papas fritas, activa una serie de genes encargados de codificar la producción de células progenitoras, a partir de las cuales se originan los glóbulos blancos, los soldaditos de nuestro sistema de defensa.

Infecciones

En los últimos dos siglos han ocurrido importantes cambios respecto a las enfermedades infecciosas. La mitad de las muertes de finales del siglo XIX se debieron a infecciones, hoy esa tasa se ha reducido al 15%. Existen diversas razones para esta reducción, pero las principales son: la mejora de los sistemas de saneamiento a partir de finales del XIX, la introducción continua de vacunas y programas de vacunación y, el uso de antibióticos.

Actualmente en los países occidentales, el 80% de las muertes ocurren a causa de enfermedades no contagiosas, como las asociadas con el envejecimiento y las producidas por el consumo de dietas altas en calorías. En esta categoría podemos encontrar, por ejemplo, a la diabetes tipo II, la obesidad y enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, los efectos malignos de las dietas con alto índice calórico estarían relacionados con los procesos infecciosos predominantes de hace un par de siglos, según lo sugiere una investigación publicada en Cell.

Hamburguesas y ratones

Investigadores de la Universidad de Bonn emplearon ratones para demostrar los peligros de la comida chatarra. Los alimentaron con una dieta equivalente a la «dieta occidental» alta en grasas saturadas, azúcar y sal, durante un mes. Los análisis de sangre demostraron que la cantidad de células inmunitarias en su sangre había aumentado, como si estuvieran enfrentando a una infección microbiana.

Además, los glóbulos blancos guiaron el camino hacia algunos genes que se activaron por la dieta carente de frutas, vegetales, granos y fibra. Estos genes codifican la formación de células madre hematopoyéticas o células progenitoras, a partir de las cuales se originan los glóbulos blancos, eritrocitos y plaquetas.

Dichas células progenitoras poseen una especie de memoria para combatir los ataques patógenos o agentes extraños, como las bacterias. Es decir, una vez que el cuerpo empieza a reaccionar a una dieta de comida rápida fácilmente puede regresar a la normalidad, con la ayuda de la tropa de defensa en valores normales, incluso cuando se cambie la dieta por una saludable.

Los altos niveles de leucocitos traen serias complicaciones para nuestra salud, pues estos elementos del sistema de defensa generan inflamación (una respuesta inespecífica del cuerpo a los invasores). A esta se asocian diversos problemas de salud, entre ellos la diabetes tipo II, los cuales podrían desencadenarse más fácilmente en el futuro.

«Sólo recientemente se ha descubierto que el sistema inmunológico innato tiene una forma de memoria», explica el investigador Eicke Latz, coautor del estudio. «Después de una infección, las defensas del cuerpo permanecen en una especie de estado de alarma, de modo que pueden responder más rápidamente a un nuevo ataque».

En la actualidad la tasa de infecciones mortales causadas por bacterias y virus ha disminuido; pero de nada nos sirve si seguimos estamos dinamitando nuestra salud con malas dietas.

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