Científicos desarrollan un embrión de ratón en una placa de vidrio

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Científicos desarrollan un embrión de ratón en una placa de vidrio

Embrioide natural de ratón (izquierda) y uno de laboratorio (derecha) (Amadei and Handford)

Investigadores de la Universidad de Cambridge han marcado un hito al desarrollar un modelo vivo de embrión de ratón con tejido cardíaco y nervioso.

Avances en embriología

Desde hace algunos años, los investigadores de embriología se han centrado en la extracción de células madre de embriones para estudiar su desarrollo in vitro. Tantos años de esfuerzos han resultado en tejidos diferenciados, como estructuras iniciales básicas de un intestino y un tubo neural, todo dentro de una placa de vidrio.

La ciencia avanza, y ahora se ha logrado el desarrollo embrionario de un ratón cuyas células madres nunca han estado en un útero. Este modelo, llamado «gastruloide», posee forma pero carece de funciones biológicas.

Los científicos no se esperaban este resultado pues, a pesar de que se desarrollaron los tejidos, muchas de sus características funcionales estaban ausentes. Esto dificultaba su uso para estudiar el desarrollo embrionario.

Más adelante, otro equipo conformado por algunos de los investigadores del «gastruloide», descubrió que tal modelo podía progresar por sí solo al mezclar células madre representativas de tres grupos principales de tejido: uno que procede a crear el propio animal, y dos que contribuyen a los órganos que facilitan su crecimiento dentro de la madre.

Así, pudieron mejorar el modelo anterior para desarrollar un sistema nervioso equivalente a un embrión de ratón natural a los 8,5 días después de la concepción.

 

Un embrión en un plato

El embrioide sintético también contenía tejido cardíaco funcional, el comienzo de un intestino, y algunas estructuras que en un embrión real (dentro de un útero) darían lugar a partes del esqueleto y músculos.

Es pertinente aclarar que, tal y como está el embrión del ratón, no podrá continuar desarrollándose por sí solo para convertirse en un bebé roedor. La ciencia aún no llega a ese nivel, y mucho menos como para crear un órgano completamente funcional a partir de células madre.

Esto puede verse como un avance superficial pero tener tejidos que reflejen el desarrollo fuera de un cuerpo brinda a los investigadores la oportunidad de observar y probar éticamente los cambios genéticos que ayudarían a mejorar nuestra comprensión acerca del crecimiento de nuestros cuerpos.

«Este período de la vida humana es tan misterioso, de forma que poder ver cómo sucede en un plato, tener acceso a estas células madre individuales, comprender por qué fracasan tantos embarazos y cómo podríamos evitar que eso suceda, es bastante especial», comenta Magdalena Zernicka-Goetz, especialista en biología del desarrollo de la Universidad de Cambridge en el Reino Unido.

¿Cuándo una «copia» se vuelve «muy cercana al original»? es una pregunta filosófica que los legisladores del Reino Unido ya están discutiendo. En ese sentido, ya han limitando el crecimiento de embriones humanos en laboratorio a solo 14 días. No obstante, lo importante es lograr un equilibrio entre los riesgos y recompensas.

«Hay tantas personas en todo el mundo que esperan durante años un trasplante de órganos», señala Zernicka-Goetz. «Lo que hace tan emocionante a nuestro trabajo es el conocimiento que nos brindará para hacer crecer órganos humanos sintéticos correctos que salven vidas«.

El nuevo avance se puede leer en la revista Nature.

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