Aunque no lo creas existen unas ranas que pasan el invierno congeladas hasta llegar las primaveras. Estas maestras de la criopreservación viven en Alaska y se las conoce como «ranas de la madera». Esto es lo que sabemos sobre ellas.
Una rana muy peculiar
Estos pequeños anfibios no sobrepasan los 7 cm y la hembra es más grande que el macho; son de colores marrones pero con matices verdes oscuros. Su nombre científico es Lithobates sylvaticus y viven en Alaska y Canadá.
Esta especie de anfibio ha cautivado a científicos por años y, no es para menos, ya que permanecer tantos meses completamente congeladas y luego volver a la vida como si nada hubiera pasado no es algo muy común ni, muchos menos, fácil. Cuando el invierno llega, las ranas se refugian entre la hojarasca, formando hibernáculos, es decir las casitas donde pasarán la temporada. En éstos, la temperatura puede disminuir hasta los -20°C.

¿Qué hay detrás de esta hazaña?
Congelarse en el invierno no es algo que ocurre una vez; estas ranas pueden congelarse y descongelarse varias veces sin sufrir daño alguno y con una tasa de supervivencia del 100%. ¿Cómo lo consiguen? Probablemente sepas que, en el frío extremo las células se resecan y mueren. Para evitar esto, las células de las ranas de la madera están cubiertas de glucosa.
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Para iniciar este proceso de criopreservación, el hígado produce grandes cantidades de glucosa. Este carbohidrato actúa como un crioprotector, que ayuda a mantener el equilibrio de sales dentro de la célula; es decir, evita que el agua salga y por tanto, detiene la desecación. De esta forma, las ranas están, realmente, congeladas pero sin sufrir los daños causados por el frío. De hecho, cerca del 70% de su cuerpo está congelado.

Volver a la vida
Cuando la temperatura empieza a subir, el primer órgano en descongelarse es el corazón, para empezar a bombear sangre a los demás órganos y así evitar que sufran durante la reactivación de sus funciones vitales. Poco a poco la rana empieza moverse, y después de unas pocas horas sale saltando como si nada hubiese pasado.
De esta forma, las ranas de la madera de Alaska pueden pasar hasta 218 días congeladas. Estos «trucos» son muy estudiados por científicos y muchos investigadores creen que comprender estos mecanismos servirá para aplicarlos en las ciencias biomédicas, por ejemplo en el proceso de transplante de órganos, para poder congelarlos más días y puedan llegar sin daños a las personas necesitadas.

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