Cuando pensamos en fósiles, comúnmente pensamos en animales fosilizados, y casi nunca nos imaginamos una planta del pasado convertida en fósil. Sin embargo, lo cierto es que hay una gran variedad de vegetales fosilizados y muy estudiados. La paleobotánica, es una ciencia que combina la biología de las plantas con la paleontología y que busca el reconocimiento de las especies vegetales del pasado. Además nos provee de mucha información sobre cómo vivían los organismos en un contexto paleoecológico.
Muchos de estos fósiles han ayudado a reconstruir la evolución de los vegetales, incluso han puesto en tela de juicio lo que sabíamos sobre el tema. Aquí, tres de ellos.
Una instantánea de la evolución
Hace más de 400 millones de años, durante el Periodo Devónico temprano, todo era verde. No habían flores porque las plantas se reproducían por esporas de tamaño uniforme formadas en una estructura llamada gametofito. Pero para finales del Devónico tardío, las plantas ya habían adaptado una estrategia reproductiva más compleja. Desarrollaron los esporfitos, para formar esporas pequeñas productoras de esperma, y esporas grandes precursoras de los óvulos.
¿Cómo y cuándo ocurrió esta transición? El desarrollo de esta estrategia similar a la de las plantas con flores, se puede observar claramente en el fósil de 408 millones de años de una planta con esporas de distintos tamaños (imagen de abajo). La transición de un tipo de plantas a otro ha quedado grabado en una piedra, como una fotografía de la evolución vegetal.

Ajustar el reloj
Las plantas con flores se llaman angiospermas, es decir, han desarrollado óvulos que son los precursores de la semillas. Los óvulos están dentro del ovario y, junto al estigma y pistilo, conforman la parte femenina de la flor. Hasta hace un par de años, se sabía que las angiospermas aparecieron hace 130 millones de años. Sin embargo, el descubrimiento de unos fósiles en China en 2018 ajustó el reloj evolutivo. La flor reconstruida a partir de los restos encontrados, llamada Nanjinganthus dendrostyla, mostró una estructura con forma de copa y una pared ovárica, que en conjunto encierran los óvulos. Lo sorprendente fue que, el fósil de esta angiosperma data de 174 millones de años, casi 50 millones antes de lo que se pensaba habían aparecido en la Tierra.

El primer árbol
Wattieza es su nombre, y es la especie más antigua de árbol que se conoce hasta el momento. Creció hace 380 millones de años, durante el Davónico, en América del Norte y del Sur. Estos árboles medían más de 8 metros de alto y sus ramas más de 13 cm de diámetro. Sus troncos tenían unos surcos longitudinales muy característicos que llegaban hasta la copa. Sus ramas eran ligeramente ramificadas y se extendían de forma vertical, como si fuera un abanico. Wattieza generaba bastantes desperdicios, ya que, se despojaba continuamente de sus órganos reproductivos, contribuyendo la formación de «hojarasca».

