Neurocientíficos descubren un importante efecto del corazón sobre el cerebro

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Neurocientíficos descubren un importante efecto del corazón sobre el cerebro

La toma de decisiones no siempre es una función exclusiva del cerebro; de hecho, el corazón puede ejercer más influencia de la que comúnmente se piensa. Recientes descubrimientos de un equipo de científicos del Instituto Max Planck han destacado una conexión más estrecha entre estos dos órganos, que revela sutiles efectos del corazón sobre el cerebro, manifestándose en imperceptibles impulsos que estimulan la función motora en breves ráfagas.

 

En pausa

La neurocientífica Esra Al ha investigado durante años la influencia del corazón en el cerebro, aprovechando tanto estudios antiguos como recientes con métodos más sólidos.

En el año 2020, Al y su equipo identificaron que nuestra percepción de estímulos externos se reduce durante la sístole, la fase del ciclo cardíaco correspondiente a la contracción del corazón. Durante la diástole, en cambio, esta agudeza sensorial se recupera.

¿Significa esto que experimentamos una pausa cada vez que nuestro corazón se contrae?

Algunos estudios han sugerido que los tiempos de reacción son más lentos durante la sístole y que se requiere más tiempo para procesar la información táctil debido a la momentánea disminución de la percepción sensorial. Además, se ha observado que los movimientos oculares rápidos, conocidos como sacádicas, ocurren con mayor frecuencia durante la contracción cardíaca. Esto sugiere una posible relación entre estos movimientos motores y el ciclo cardíaco.

Para esclarecer estos hallazgos, Al y sus colegas monitorizaron la actividad de la corteza motora a lo largo del ciclo cardíaco. Los investigadores destacaron la conexión entre el corazón y el cerebro humano, mostrando distintas ventanas de tiempo dedicadas a la acción y la percepción.

 

Sístole y diástole

En el estudio participaron 36 individuos, equipados con dispositivos que registraban simultáneamente la actividad cerebral, cardíaca y muscular de las manos. Durante la fase de reposo, sentados en una silla, se les solicitó realizar la tarea motora de pellizcar un medidor.

Tras analizar los datos, los científicos observaron un aumento en las señales nerviosas que controlan los músculos de la mano durante la sístole, que usualmente dura tres décimas de segundo. La actividad muscular de la mano fue también más intensa cuando los participantes pellizcaron el medidor durante la sístole en lugar de la diástole.

«Descubrimos que la excitabilidad en la corteza sensoriomotora aumenta durante la sístole, reflejándose en una mayor fuerza en la salida motora», escriben en el artículo.


Al cuadrar esos resultados con sus hallazgos anteriores, los autores sugieren que el aumento de la actividad muscular durante la sístole complementa la caída en la percepción sensorial, estableciendo distintas fases en el ciclo cardíaco donde el cerebro se prepara para procesar la información sensorial y responder en consecuencia.

«Es plausible que existan distintas fases temporales a lo largo del ciclo cardíaco que optimicen tanto la percepción como la acción», concluyen.

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